Es significativo que, de entre los libros de caballer as quemados por el cura en el Quijote, Cervantes salvara, el Amad s de Gaula, el Palmer n de Inglaterra y el Tirante el Blanco, al que llama el mejor libro del mundo. Aun con el sentido par dico que tienen los libros de caballer as en la obra de Cervantes, la alusi n es reveladora.
El Tirant lo Blanc est escrito en un tiempo en que la tradici n de los caballeros medievales est en declive, y por un escritor-caballero tambi n un tanto anacr nico. Pero este anacronismo se refiere al mismo tema caballeresco, y no al tratamiento formal, al mbito internacional de los sucesos o a la iron a y humor de la obra de Martorell, en la que se dan visos de un realismo y un vitalismo personalista (como en Ausi s March) que precede a la llamada novela moderna. En este sentido, uno de los signos de modernidad en esta novela es que el h roe tiene rasgos human simos (en virtudes y en defectos) y que no alcanza sus proezas por la intervenci n de fuerzas maravillosas, sino por su propia val a y su propio esfuerzo. Adem s, en el libro se dan lances del todo prosaicos y c micamente lamentables, como, por ejemplo, el episodio en el que, repentinamente, Tirant se rompe una pierna al saltar de una ventana tras una noche de amor con su amada Carmesina, o aquel en que el temible Quirieleison de Montalb n, a punto de ver cumplida su venganza, cae muerto preso de su propio ataque de ira.
Al mismo tiempo que Constantinopla cae en manos de los turcos y la sensaci n de fin de una poca se extiende, esta novela ensalza al h roe Tirant lo Blanc de Roca Salada (Tirante el Blanco de Roca Salada), un bret n quien, tras numerosas haza as caballerescas y episodios amorosos y mundanos, acaba restableciendo el orden de la civilizaci n, lo que supone m s un deseo nost lgico que una loa encendida.
Edici n en catal n antiguo.